jueves, 29 de marzo de 2012

Una mujer 4x4

Una conversación que he tocado varias veces con mis hermanas de vida tiene que ver un poco con lo que les voy a comentar a continuación, algo que desde hace un tiempo para acá me da vueltas en la cabeza y estoy tratando de resolver. El tema de las 4x4, me refiero a las súper mujeres: las que trabajamos 8 o más horas diarias en una oficina, taller, hospital, peluquería, súpermercado o cualquier lugar fuera de casa, pero además, atendemos un hogar: lavamos, planchamos, cocinamos, limpiamos, hacemos tareas con los niños, los arrullamos para dormir y después con todo y lo cansadas que estamos nos damos una ducha, nos ponemos cremitas con olor y consentimos a nuestros maridos (en caso de tenerlos): será que a alguna le parece conocido esto?... Pues resulta que evaluando todo esto estoy segura que definitivamente a nuestros adorados tormentos: Los Hombres sólo le gustan las Four Runner, Cherokee, Montero, etc en lo que a 4x4 se refiere, porque en lo que respecta a nosotras definitivamente no es una 4x4 lo que ellos desean.   

Y es que resulta que la naturaleza masculina es la de ser el proveedor y el que soluciona problemas, pero nosotras empeñadísimas en eso de la igualdad de géneros desde hace unos cuantos años y esto de los grupos feministas, aunado a la realidad económica actual, nos hemos dado a la tarea de asumir vainas que no nos corresponde. Yo la verdad que les digo algo, yo si prefiero que me sigan llamando el sexo débil: no me importa, ya me cansé de cambiar bombillos y correr el riesgo que se me parta una uña, me cansé de cargar bolsas pesadas de súper mercado, me cansé de ir al taller y tener que lidiar con el idioma incomprensible del mecánico, me cansé de poder con todo, la verdad que me cansé de ser 4x4, creo que prefiero ser una estilizada y bonita bicicleta que además no contamina el ambiente jajajaja. Quizás es un poco exagerado lo que les escribo, pero lo que deseo con todo esto es hacerles mis queridísimas 4x4 un llamado de atención para que permitan a los hombres de sus vidas: marido, novio, hermano, amigo, papá, hijo que asuman sus roles de HOMBRES, ellos si son los 4x4, por algo Dios los hizo más fuertes físicamente hablando: pa que cambien bombillos, cauchos, carguen bolsas de súpermercado y al llegar la noche nos carguen a nosotras bien perfumadas a la cama ;). Así que de ahora en adelante cuando vayas a entrar a algún lugar permite que te abran la puerta, que te saquen la silla para sentarte, que la bolsa así no pese mucho te la carguen, no corras el riesgo que se te parta una uña por cambiar un bombillo, trata poco a poco que los hombres de tu vida asuman los papeles que tienen que asumir y nosotras dediquémonos a recuperar los nuestros. Lamento informarlo queridas amigas pero ellos no es que las prefieran brutas, sino que las brutas no son 4x4, entonces como son débiles ellos "pueden" o mejor dicho "creen" tener el control y se sienten felices de aflorar su verdadera naturaleza, al final las brutas somos nosotras las 4x4, así que  es hora de tomar cartas en el asunto y además hacer el trabajo con nuestros hijos varones, de manera que nuestras pobres nueras no sufran las consecuencias de que sus esposos hayan tenido unas mamás 4x4. Esto al final es un voto de respeto por  nuestros hombres, a quienes indiscutiblemente les hemos ido robando sus espacios de manera incontrolable, lo cual ha trascendido además en los graves problemas y diferencias de pareja que existen en la actualidad.  

martes, 6 de marzo de 2012

Mi amiga la Jefa de Vestuario

Durante todos estos años de experiencias y vivencias en el tema del amor de pareja, he llegado a algunas conclusiones en cuanto a las razones de nuestros rollos existenciales femeninos. Adicionalmente a mis rollos se suman los de mis hermanas de vida: "mis amigas" (que son muchas) y cuyas historias son dignas de una telenovela, pero no de esas colombianas buenísimas que nos causan risa y placer sino de esas mexicanas bien dramáticas y sufridas, esas en las que tooooda la novela la protagonista llora y sólo en el capítulo final le cambia la vida para siempre. Resulta que una de mis hermanas de vida que de seguro me va a llamar cuando lea esto, es la jefa de vestuario de todas esas novelas, pero lo mejor del caso es que ella se encarga como muchas de nosotras en buscar siempre el traje del príncipe y hacer hasta lo imposible para que le quede. Es que crecimos con lo noveleras, desde niñitas cuando nos deleitábamos viendo Blanca Nieves, Cenicienta o La Bella Durmiente, desde ese momento comenzaron nuestros problemas. y es que yo recuerdo que desde los 6 años más o menos ya yo me quería casar y ponerme el vestido blanco y por supuesto eso se traducía en que iba a ser feliz para toda la vida con un príncipe que además de guapísimo, era millonario y estaría a mis pies para siempre. Imagínense ustedes nosotras desde los 6 años escuchando la misma vaina, viendo las películas de Disney una y otra vez o en su defecto escuchando el cuento que nos leían. Por si fuera poco, cuando fuimos creciendo nos empezaron a gustar las novelas, sobre todo las mexicanas, las más dramáticas; esas en las que  la protagonista pobre que conoció por casualidad en un semáforo al hombre perfecto, pero por quién sufriría toda la novela hasta que en el capítulo final se casa de vestido blanco bellísimo y además con la promesa de "hasta que la muerte los separe" y para rematar sale el cartelito de felices para siempre. Pueden imaginarse ustedes la cantidad de veces que nuestro cerebro infantil proceso esta información y luego en la adolescencia nos la terminaron de reforzar. Entonces por supuesto el sueño ideal de toda mujer es ponerse el bendito vestido blanco y conseguirse un príncipe, por encima de lo que sea. Entonces, comenzamos a buscar al príncipe por todos lados, quisiéramos que llegase hasta en caballo. Mi amiga la jefa de vestuario, como ella misma se autodenomina, es especialista en trajes de príncipe pero yo de vez en cuando también le hago la suplencia jajajaja. Es que a veces en el interés de llegar al capítulo final de la novela nos empeñamos en ponerle un traje de príncipe a alguien que quizás le queda grande, por el mero temor a estar solas. Yo aún sigo creyendo en cuentos de hadas y sigo esperando al príncipe, pero mientras tanto disfruto de mi propia compañía y el traje no es tan lujoso, ni tiene medidas tan precisas; sin embargo mi amiga la jefa de vestuario siempre tiene que estar pendiente de que no se lo intente poner a alguien a quien definitivamente no le quedaría.