jueves, 26 de abril de 2012
La vida después de los 30: Dios ¿Qué hiciste con mi media naranja?, Un delici...
lunes, 23 de abril de 2012
Dios ¿Qué hiciste con mi media naranja?, Un delicioso jugo hij@ mí@
jueves, 29 de marzo de 2012
martes, 6 de marzo de 2012
Mi amiga la Jefa de Vestuario
lunes, 27 de febrero de 2012
Un domingo de película
Pasandito por aquí
María Cecilia
lunes, 13 de febrero de 2012
La vida después de los 30: Yo también fui una adicta y me recuperé gracias a...
Yo también fui una adicta y me recuperé gracias a un programa de 12 Pasos
Las Adicciones. Mi experiencia personal
Por: María Cecilia Castellano
Cuando el material de Lado a Lado llegó a mis manos, nunca sospeché que dentro de él iba a encontrar tantas coincidencias con mi trabajo personal. El no haber vivido de cerca experiencias de adicciones al alcohol, drogas o cigarrillo, no fue nunca un impedimento para descubrir mis propias adicciones. Mi adicción al sufrimiento, mi adicción al miedo, mi adicción al llanto, mi adicción a ser la víctima, mi adicción a tener siempre la razón, mi adicción a ser la dueña de la verdad, mi adicción a juzgar, mi adicción a la soberbia, mi adicción a ver defectos en los demás; son algunas de las que se vienen a mi mente en este momento, algunas de las cuales he sanado por completo, algunas de las cuales he sanado parcialmente y algunas de las cuales he de empezar a sanar.
Mi adicción al llanto y al sufrimiento, fueron las pioneras en mi proceso de sanación, de hecho cumplí con el primer paso sin siquiera saber que existían los doce pasos, pues eventualmente llegó ese momento en el que me dije: “Basta Ya”, debe haber otro camino mejor, ha de haber otro: seguro que sí.
Esto sucedió cuando ya no podía más con la carga, cuando el sufrimiento y el dolor gobernaban mi vida y no podía disfrutar ni siquiera de un minuto de paz, entonces me cansé, me fastidié de sentirme mal y decidí buscar ayuda, y estuve años buscando algo que me brindara la paz que tanto necesitaba, busqué ayuda sicológica convencional, siquiátrica, científica, etc. Y sí, todas ayudaron, pero momentáneamente, una vez terminado el efecto entusiasmo, el dolor y el sufrimiento regresaron. No fue, si no, hasta que llegó a mi otro tipo de ayuda: “La Psicoterapia del Alma”, que me conectó con ese Poder Superior del que habla el segundo paso que logré encontrar esa paz que tanto anhelaba y romper definitivamente con mi adicción al sufrimiento. Más adelante sin saber que se trataba del cuarto paso, me escribí una carta a mi misma, en la cual me pedía que cambiara las cosas que ya no me funcionaban y que volviera a hacer aquellas que me hacían sentir feliz. Algo pasó entonces, pues llegué a sentirme tan cómoda, tan confiada que hoy día soy capaz de muchísimas cosas de las cuales antes me avergonzaba y dejé por completo de hacer muchas otras que me causaban daño y sufrimiento. Comencé a vivir experiencias totalmente distintas, comencé a sentirme libre y feliz, como hacía mucho tiempo que no me sentía, creo que no cambiaría esa sensación por nada en el mundo.
Entonces, una persona fundamental en mi proceso de sanación, en una oportunidad me dijo que esa era mi naturaleza real, que esa era la verdadera María Cecilia, quizás en ese momento no lo entendí, pero sí que lo viví. Hoy día, gracias a esta y a otras experiencias, creo que lo he hecho conciente y se que sí es cierto que esa es mi verdadera naturaleza y tal vez por estar pendiente de otras cosas simplemente la he olvidado, pero también se que puedo recordarlo y es la razón por la cual he decidido atreverme a hacerlo.
Aún hay muchas adicciones que quiero sanar y creo que el proceso ha de ser más sólido, pues lo he hecho consciente. Hoy día, se que no es nada importante el tener siempre la razón, pues desde distintos puntos de vista la razón siempre es distinta, también se que la ira y la soberbia causan más daño en mi que en cualquier otro y que ya no me gusta tanto como antes juzgar a la gente. Hay una constante vigilancia de mi parte en cuanto a estos aspectos y una convicción profunda de que mis pecados son solo errores que deben ser corregidos y que para eso cuento con el tiempo y con el perdón. También se que mis ganas de creer y de tener fe son un paso importante dentro de este proceso, y que tal vez aún no estoy totalmente convencida de ese Dios que todos conciben pero si estoy segura de querer recordar que si es real, segura de que deseo fervientemente volver a ser esa niña que una tarde soleada pidió que lloviera y simplemente sucedió… Gracias porque aún hay recuerdos en mi mente que me acercan a la realidad, gracias porque se que sólo lo he olvidado y gracias porque estoy dispuesta a recordarlo…
domingo, 12 de febrero de 2012
ESTADO CIVIL: FELIZMENTE DIVORCIADA
LA DECISION
Muchas fueron las razones que me impulsaron a tomar la decisión de divorciarme, aunque esto se tratase en últimas de formalizar legalmente un divorcio vivido durante casi cinco años. El miedo a perder algo que crees tener te paraliza de tal forma que postergas por mucho tiempo, muchas veces durante años, una decisión que es definitivamente necesaria. Eso me sucedió a mi y le sucede a muchísima gente que prefiere quedarse en una relación que no les satisface por el temor a perder, a perder algo que creen tener y lo peor de todo es que no tienen nada, al menos nada sano. Pero en todo esto hay una buena noticia y es que muchas veces cuando se pierde: se GANA, y esto es algo totalmente real, esencialmente cierto. Y esa fue la idea que me permitió sentirme mejor una vez tomada la decisión de divorciarme definitivamente; el hecho de saber que estaba perdiendo muchas cosas pero que esas pérdidas implicaban que a la vez iba a ganar muchas más, me tranquilizaba, me daba paz y al mismo tiempo me llenaba de entusiasmo y de alegría. No fue nada fácil tomar esa decisión y mucho menos asumirla.
La vida se había encargado de ponerme frente a una encrucijada, era el momento de escoger entre seguir viviendo en el dolor y la tristeza o probar algo nuevo, algo desconocido, algo diferente; pero aún así yo me aferraba a lo que conocía, quería mantener mi matrimonio a costa de lo que fuera.
De muchas maneras, Dios, el Universo, la vida; quienquiera que sea el responsable, me había estado enviando mensajes sobre la decisión que debía haber tomado ya hacía tiempo. Yo me negaba a ver y me hacía creer a mi misma que todo estaba bien y que si yo me esforzaba todo iría aún mejor. También me decía que mi infelicidad se debía a que no me sentía contenta conmigo misma y que debía trabajar en mi autoestima, y parte de eso era cierto; pero no era la razón de tanto dolor y tristeza.
Los mensajes comenzaron incluso antes de casarme, pero no; como iba yo a perder la oportunidad de casarme si ya estaba en edad de hacerlo y dentro de poco tiempo todo el mundo me vería como una solterona, total ya tenía veinticuatro años, ya casi me iba a dejar el tren, tenía que casarme y tener hijos, no estaba dispuesta a quedarme a vestir santos, como decimos en mi país. Ojalá y hoy tuviera de nuevo veinticuatro años, les aseguro que hubiese dejado al novio plantado en el altar.
Como les decía, los mensajes llegaban y eran lo suficientemente claros como para que cualquier mujer con un autoestima sana, cosa de la cual yo carecía por completo, hubiese mandado todo a la porra. Entre los mensajes que recuerdo fue que quien para entonces era mi novio me dio una de las noticias más tristes de mi vida: o posponíamos la boda para el año siguiente o nos casábamos sin fiesta, porque el dinero que en un principio estaba disponible para eso, él había decidido que era mejor usarlo en un negocio, a pesar de que ambos trabajábamos y estábamos económicamente solventes. Posponer la boda?, jamás, corría el riesgo de quedarme solterona, esa boda tenía que ser ese mismo año, fuese con fiesta o sin fiesta, con tequeños o sin ellos, yo tenía que casarme. Siempre había soñado con una boda de cuento de hadas; el vestido blanco, el bendito vestido blanco, y un príncipe azul; pero mi príncipe no soñaba lo mismo y bueno yo en lugar cumplir mi sueño, cumplí el sueño de él, ay pero que feliz me sentía de vivir el sueño de otro con tal de casarme. Total que el vestido fue verde, lo compre en una tienda de baratillo porque no podía gastar mucho dinero porque ese no era el sueño del príncipe. Entonces, a partir de ese momento comencé a vivir durante unos cuantos años: siete para ser más específica, una vida parecida a cualquier cosa menos a la vida que yo había soñado. Gracias al cielo que después de muchos años de aprendizaje y experiencia, hoy estoy clara de que es lo que realmente sueño y trabajo cada día por Vivir la vida que realmente deseo, he entendido que lo más importante no es tener a alguien a tu lado a costa de lo que sea, sino que la vida se trata de acercarse cada vez más a quien realmente eres. Gracias al cielo hoy día Soy feliz aquí y ahora!